SAN MILLÁN RECUPERA ESTOS CARNAVALES EL PRESTIÑO, DULCE MUY POPULAR EN EL SIGLO XVI. Durante estos Carnavales, existe un motivo, otro más, para visitar y disfrutar de San Millán de la Cogolla, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en virtud del papel clave que han desempeñado sus monasterios, el de Yuso y el de Suso, en el nacimiento, conservación y divulgación del idioma español. Y es que los próximos días22 y 23 de febrero, en horario de mañana, todo aquél que se acerque a esta preciosa localidad riojana podrá paladear el prestiño (también conocido como pestiño en otros lugares), un dulce de origen probablemente andalusí que tuvo su mayor apogeo durante los siglos XVI y XVII. La iniciativa parte de la Asociación Tierras de San Millán, embarcada en la estimulante tarea de mantener vivos los núcleos rurales de la cabecera del río Cárdenas: San Millán de la Cogolla, Estollo, San Andrés y Berceo. Miembros de este colectivo serán los encargados de elaborar el dulce y de servirlo en bolsas de papel reciclable de 200gramos en la plazoleta alta del monasterio de Yuso. El prestiño emilianense se condimenta con harina, huevo, mantequilla, anís y azúcar. En los siglos XVI y XVII, prestiño era sinónimo de panadería, de obrador. Está documentado que en 1618 se alquila el prestiño de San Millán de la Cogolla y su molino al panadero Miguel Barreyuso por 4 años. En 1625, figura un nuevo contrato a Mateo Tricio por espacio de 5 años. Este obrador estaba situado en la vertiente oeste del monasterio de Yuso y por eso la calle que discurre por ese lugar, junto a los restaurantes El Asador y La Posada, se llama precisamente así: calle Prestiño. Por toda esa serie de circunstancias, ha decidido recuperar este dulce la Asociación Tierras de San Millán, que fue creada en 2016, cuenta con 55 asociados y está presidida por Mar Gutiérrez (cuyo teléfono de contacto, para quien desee ampliar esta información, es el 661 80 41 72). Si Santo Domingo cuenta con el ahorcadito, Alfaro con los rusos y Arnedo con los fardelejos, se puede decir que San Millán dispone desde este preciso instante, gracias al prestiño, de su propio signo de identidad repostera. Fuente.
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En la misma semana, en Tierras de San Millán se celebran la onomástica de las ermitas de Santa Potamia, en el municipio de San Millán de la Cogolla, y de San Blas, en San Andrés del Valle (Estollo). Dos de las cuatro ermitas que aún están en pie en el Valle de San Millán y a las que sus vecinos acuden anualmente (la tercera es la de San Isidro, en Estollo, la cuarta, la de San Roque en el caserío de San Millán).
En pleno invierno, con nieve en los pies y con sucesión de ventiscas y remansos de sol, los quince vecinos que duermen a diario en San Andrés han celebrado, hoy 3 de febrero del 2019, la festividad de San Blas. Blas de Sebaste vivió entre los siglos III y IV (en territorio armenio, en la hoy Turquía), fue eremita y obispo, instruido en medicina y santo por su vida y sus milagros, sanador de las afecciones de la garganta. Los vecinos y los cofrades del Valle que honran al santo han sido acompañados por unas setenta personas en los oficios celebrados en la ermita de su advocación. La ermita se presenta como una casona de mampostería popular, de paredes gruesas aquí y allí descarnadas por el tiempo, un tejado que un día de nieve deja notar goteras, un tirante malherido y suelo de baldosa de arcilla cocida pequeña y con muchas rotas; su altar, adornado con una pieza simple de retablo de tres calles y una única hornacina ocupada con san Blas, mira a oriente picando a norte; su única nave sorprende por espaciosa y larga. El ladrillo en el suelo con en el que, según asegura la tradición, garantiza novio a cuantas mozas lo pisen, ha quedado sin hollar. Estos lugares están quedando vacíos ¡como para encontrar moza que persiga mozo! Despoblado, pero no sin gente. Vecinos de San Andrés del Valle, Estollo, Berceo y San Millán de la Cogolla, y descendientes y avenidos de todos ellos y de otros, se han congregado para el oficio religioso celebrado por el padre agustino Jesús Lerena y la bendición de alimentos, el refrigerio posterior y, sobre todo, para el hablar. Fría, la ermita se dice del siglo XIII, pero este dato no está refutado. Ni ermita ni cofradía aparece en la documentación de mediados del siglo XVI, lo que tampoco quiere decir que el edificio no estuviese. Sí hay testimonios a mediados del XVIII cuando se habla de la “cofradía de San Blas, San Andrés y Santa Marina, unidas”. Aquí también se expresa que dicha cofradía unida tiene de consumo cien reales por “cinco fanegas de trigo que se gastan en las dos funciones de san Blas y santa Marina con los hermanos y los pobres”, a lo que se añade que se gasta anualmente doce reales “para luminaria de san Blas”. La ermita, la cofradía y los actos, hoy se regulan con los estatutos de 1949, tras la reconstrucción que se hizo del edificio, y mantiene vivo al Valle de San Millán por el buen quehacer de la cofradía y por el aprecio que tienen sus gentes. Hoy los cofrades en activo son unos quince. De entre el relato de estatutos de la cofradía se suele entresacar el que dice que “las esposas de los cofrades tendrán el mismo derecho que sus esposos, pero sin ningún deber”. ©sir |
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